El embarazo gemelar tiene una incidencia aproximada sobre la población de 1 de cada 80 embarazos, aunque a día de hoy dicha tasa ha aumentado principalmente por dos motivos:
- El mayor número de técnicas de reproducción asistida.
- La edad de las madres en el primer embarazo es más elevada, lo que conlleva mayor probabilidad de trastornos ovulatorios que pueden hacer que se libere más de un óvulo a la vez.
El 70% de los casos son gemelos dicigóticos (los clásicamente conocidos mellizos), fruto de dos espermatozoides diferentes que fecundan a dos óvulos diferentes, y el 30% son monocigóticos o gemelos idénticos, consecuencia de un mismo óvulo fecundado por un único espermatozide que se divide a posteriori, formando así dos fetos. Estos últimos, se caracterizaran por ser genéticamente idénticos, teniendo el mismo sexo y rasgos físicos. Por último, aunque menos frecuente, existe la posibilidad de los trillizos.
También es importante saber si los gemelos comparten o no la placenta y la bolsa amniótica, dado que cuantos más órganos compartan, mayor riesgo tiene la gestación. Hay múltiples opciones, la de menor riesgo es aquella en la que los gemelos son independientes entre ellos, con dos placentas y dos bolsas amnióticas separadas. Este tipo se llama gestación bicorial y biamniótica. En el otro extremo tenemos aquellos bebes que comparten ambas estructuras, siendo una gestación monocorial y monoamniótica.
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Controles durante un embarazo gemelar
Antes de seguir, aclarar que aunque un embarazo gemelar se considere de riesgo no implica que siempre tenga que presentar problemas. ¡Cada día nacen gemelos sanos! Aún así, es conveniente tener en cuenta las posibles complicaciones que pueden aparecer y seguir un control más estrecho para poder prevenirlas. Por lo general:
- Los gemelos dicigóticos se controlaran mediante ecografías cada 4 semanas
- Los monocigóticos quincenalmente.
Es importante que este tipo de embarazos se sigan en centros especializados con un equipo de obstetras, anestesistas y neonatólogos bien preparado.
Con la fecundación del óvulo (zigoto), empieza la producción de la hormona beta-HCG, la hormona responsable del embarazo y causante de los temidos síntomas del primer trimestre como las náuseas o los vómitos. En un embarazo gemelar, la producción de dicha hormona es mayor, llegando a concentraciones más elevadas en menos tiempo. Consecuentemente, es frecuente experimentar todas estas señales de forma más precoz y más intensa en comparación con un embarazo único.
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Tal y como nos dice la lógica, un embarazo gemelar implica un mayor gasto energético y de nutrientes para el cuerpo de la madre, de ahí que haya más prevalencia de anemia en estos embarazos. No por esto se debe comer para tres, pero sí que se recomienda suplementar una dieta rica y equilibrada con hierro, vitaminas y calcio. El incremento ideal de peso en estos tipos de embarazo ronda entre los 16 y 20 kg en total.
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Posibles complicaciones en un embarazo gemelar
Y cuando hablamos de complicaciones, ¿a qué hacemos referencia? En un embarazo múltiple existen en mayor frecuencia, en comparación con el embarazo único:
- Partos prematuros
- Retrasos en el crecimiento de los fetos
- Problemas con la tensión arterial (preeclampsia)
- Glucemia (diabetes gestacional) de la madre
- Hemorragias postparto.
En el embarazo gemelar, siguiendo la regla del riesgo beneficio y procurando tanto el bienestar de la madre como de los bebes, se considera óptimo finalizar el embarazo semanas antes que en el embarazo único, entre las 37 y 38 semanas. Esto es así porque a partir de la semana 37 la probabilidad de que aparezcan complicaciones aumenta de manera considerable, por lo que es mejor que los bebes crezcan fuera del útero materno. En caso que la mamá no haya iniciado un trabajo de parto espontáneo, el obstetra titular le programará una inducción del parto o una cesárea.
Y, ¿de qué dependerá la elección de la vía del parto? Esto dependerá en gran parte de cómo están colocados los fetos. Por lo común, si el primero está en presentación cefálica, es decir con la cabeza hacia abajo, se podrá intentar un parto vaginal. Si no es así, se deberá programar una cesárea. Evidentemente, hay otras consideraciones médicas de cada madre que también se deberán tener en cuenta como por ejemplo las semanas de gestación, el tipo de embarazo gemelar o el bienestar de ambos fetos.